Se manifiesta antes de los 7 años de edad, cuando los niños ingresan a la escuela. El 5.29 por ciento de la población a nivel mundial corresponde a menores con déficit de atención.
Aunque la mayoría de los niños son inquietos, impulsivos, hiperactivos y distraídos, cuando padecen trastorno de déficit de atención estas características se dan con mayor frecuencia e intensidad y pueden interferir en su proceso de aprendizaje y en sus relaciones sociales, por ello, es muy importante conocer los síntomas.
“Es una inmadurez del cerebro. Quienes lo padecen sufren al iniciar su educación básica porque empiezan a adquirir responsabilidades que no pueden cumplir; es cuando los ponen a realizar tareas específicas cuando empiezan a manifestar los síntomas claros”.
El trastorno del déficit de atención se manifiesta principalmente antes de los 7 años de edad, cuando los menores ingresan a la escuela primaria y las exigencias de atención y control son mayores. Es cuando presentan ciertas deficiencias personales, familiares y escolares.
“Desde los 7 hasta los 11 años es un sufrimiento para los niños y niñas que padecen este trastorno, la mayoría tienen un alto coeficiente intelectual pero bajo rendimiento escolar, son inteligentes pero la hiperactividad y la impulsividad les impide concentrarse y terminar una tarea que se les asigna. No están quietos en un solo lugar, no acatan indicaciones, no prestan atención y olvidan las cosas con facilidad”.
Tratamiento
Un diagnóstico oportuno es fundamental para comenzar a proporcionar la ayuda adecuada. El déficit de atención se atiende con tratamiento psicológico y se complementa con medicamentos. El tratamiento no cura pero favorece a una mejor adaptación social, académica, familiar y personal.
“El neurólogo pediatra es quien se encarga de diagnosticar el trastorno después de realizar un estudio clínico a los pacientes y es el único facultado para preescribir los medicamentos. Existen medicamentos que bajan la intensidad a la hiperactividad que tienen en el cerebro, organizan los impulsos que tienen en el cerebro para que se concentre en las actividades que tienen que realizar”.
En la mayoría de los casos el neurólogo pediatra orienta a los padres de familia a buscar tratamiento psicológico.
“El apoyo psicológico es vital, se tienen que involucrar los padres de familia para que puedan lidiar con este trastorno, porque pueden tender a ser agresivos con sus hijos, debido a que son desobedientes, impertinentes, no piensan lo que van a hablar, si no aprenden a convivir con su hijos en esa etapa van a empezar a hacer muy agresivos con ellos, física o emocionalmente”.
Es durante la etapa de la pubertad cuando los menores con déficit de atención tienden a madurar el cerebro y empiezan a comportarse a la par del resto de sus compañeros.
“El trastorno se cura solo una vez que el paciente entra en la etapa de la pubertad. Influye mucho el estímulo hormonal en la pubertad, tanto en el hombre como en la mujer, y eso hace madurar el cerebro y empiece a tener un comportamiento adecuado”.
Graves consecuencias
Cuando no se atiende oportunamente a los menores con déficit de atención, las consecuencias pueden afectar su vida adulta: están propensos a crear vínculos con personas dañinas, y se pueden desencadenar los embarazos tempranos, el alcoholismo y la drogadicción.
Aunque se desconoce la causa de este trastorno, existen factores predisponentes como el ambiente materno, el entorno familiar y el uso de la tecnología en edades tempranas.
“Puede ser alguna complicación durante el embarazo o que el oxígeno no llegue adecuadamente al bebé durante el embarazo o al momento del nacimiento. El pertenecer a una familia disfuncional también influye para que un bebé pueda desarrollar déficit de atención. Y los expertos aseguran que un niño no debe usar computadoras, tablets o celulares”.
Al respecto, la psicoterapeuta Ibis Marlen Bernal Camberos puntualizó que para realizar un buen diagnóstico del trastorno de déficit de atención es muy importante la valoración de un psicólogo clínico, de un pedagogo y un neuropediatra.
“La pedagoga podrá notar ciertas deficiencias en los menores a la hora de aprender, que no va a cubrir con las expectativas de un programa académico, va notar su inestabilidad motora, su comportamiento agresivo, irritabilidad. La psicóloga realizará una evaluación de la personalidad y el neurólogo hará un mapeo cerebral donde podrá notar alteraciones de neurotransmisores, que la corteza frontal está más pequeña”.
Detalló que el 5.29 por ciento de la población a nivel mundial corresponde a menores con déficit de atención; de cada dos niños hay una niña diagnosticada.
La mayoría de los casos son diagnosticados antes de los 7 años, cuando los niños van a la escuela, los maestros empiezan a detectar los indicadores y hacen la derivación con los padres de familia.
“Primero debe ser la atención psicológica porque nosotros tenemos instrumentos para notar si el niño cumple con indicadores para ser valorado después por un neuropediatra, muchas veces acuden primero con un neuropediatra por falta de información. Es un trabajo multidisciplinario, esa es la base de un buen diagnóstico, los menores deben tener seis meses con los síntomas para ser diagnosticados”.
Si el estudio de la personalidad del niño se hace de manera oportuna se pueden tener mayores resultados en poco tiempo.
“El tratamiento psicológico tiene una duración promedio de seis a ocho meses, cuando viene el niño una vez por semana a una sesión de 60 minutos. Yo trabajo a los pacientes junto con sus padres, trabajamos un modelo y técnica que tiene que ver con la interacción para que haya apego, aceptación, porque también es notable que cuando los niños son rechazados en su actuar, ellos empiezan a tener otros problemas como baja autoestima, inseguridad y son bulleados”.
Todavía no existe una evidencia que indique lo que provoca el trastorno, pero a decir de los especialistas la terapia psicológica y los medicamentos se encargan de controlarlo. Y los padres son una herramienta importante en el proceso de psicoterapia.
“En terapia se trabaja la parte impulsiva por ejemplo la falta de atención a través de técnicas conductuales y también es muy importante que los padres reciban psicoeducación sobre el trato con el niño porque muchas veces le exigen al niño algo que no puede dar o lo sobreprotegen. Una persona con un familiar que padece trastorno de déficit de atención tiene 5 veces más de probabilidad de padecerlo que aquella que no lo tiene”.
Colaboración
Un diagnóstico oportuno, la estabilidad familiar y la colaboración entre los padres y la escuela son factores que ayudan a una buena evolución.
Algunos planteles educativos cuentan con Unidades de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (Usaer) para atender a alumnos con diversas barreras de aprendizaje, entre ellas el trastorno de déficit de atención.
“Nosotros no estamos facultados para hacer diagnóstico, pero con base en nuestra experiencia y en la observación lo detectamos o sospechamos en base a los indicadores, se canalizan con la Usaer y ellos les aplican una serie de tests y entrevistas, y pedimos un diagnóstico con un especialista, recomendamos que vayan con un neuropediatra. Somos una escuela inclusiva. Aceptamos a los niños independientemente de su condición de vida, todos son bienvenidos”, indicó Julieta Baldwin, directora de escuela primaria Ignacio Ramírez.
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