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Ansiedad y depresión en tiempos del coronavirus

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La pandemia y el confinamiento por el coronavirus que causa el COVID-19 altera el ánimo de cualquiera, pero afecta de forma muy especial a quienes sufren enfermedades mentales. “En personas ya diagnosticadas de ansiedad (que es una mala gestión del miedo) y de depresión (que es una mala gestión de la tristeza), situaciones como la que vivimos agravan por lo general los síntomas”, confirman expertos en inteligencia emocional. En estas personas hacen mella con mayor facilidad los “sentimientos de soledad, miedo, incertidumbre o tristeza”.

Aunque hay motivos para la conmoción emocional, quienes están en tratamiento por alguna patología psiquiátrica deben saber que pueden sentirse arropados y tienen recursos y profesionales a los que acudir en caso de necesidad.

Recomienda, ante todo, “seguir las recomendaciones y tratamientos farmacológicos que les hayan prescrito sus médicos, así como las pautas generales de bienestar emocional y psicológico” ante esta crisis.

Continuidad de la atención psiquiátrica y psicológica

La actividad médica no relacionada con el coronavirus se ha visto alterada y la mayoría de las citas programadas se están cancelando. No obstante, Guillermo Lahera, psiquiatra, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá (Madrid) e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), tranquiliza a los pacientes con enfermedades psiquiátricas: “Actualmente, la mayoría de consultas médicas presenciales no urgentes se han anulado, pero se está contactando telefónicamente con los pacientes para comprobar su estado y sus necesidades”.

En esa misma línea, Iria Grande, secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), corrobora que ya se están “haciendo visitas teléfonicas” en los hospitales y centros de salud. Los pacientes pueden contactar por teléfono con los centros en los que son atendidos de forma habitual y, además, se están habilitando “líneas telefónicas extra”.

Qué hacer en caso de urgencia

Quedarse en casa es la prioridad, tanto para cortar la transmisión del virus como para evitar el colapso de los hospitales y ambulatorios. “El paciente con alguna enfermedad mental diagnosticada que note un claro empeoramiento -más allá del esfuerzo de adaptación que todo el mundo experimenta en esta situación- puede llamar a su centro de salud mental para solicitar una consulta telefónica. En la medida de lo posible, recomendamos evitar acudir a Urgencias del hospital”, aconseja Lahera.

El especialista también aclara que nadie tiene por qué quedarse sin recetas para el tratamiento de su enfermedad mental: “El suministro está garantizado y no está habiendo problemas en las farmacias con el abastecimiento de psicofármacos. Los centros de salud están renovando telemáticamente las recetas electrónicas de los pacientes, tras contactar con ellos telefónicamente. Desaconsejamos acudir presencialmente al centro para pedir recetas”.

Lahera es uno de los autores de un documento elaborado por la compañía farmacéutica Lundbeck que contiene recomendaciones para cuidar la salud mental ante la situación de pandemia y estado de alarma por el coronavirus. Además de diversos consejos destinados a la población general, se ofrecen también directrices específicas para pacientes con depresión y otras enfermedades mentales:

1- Mantener el cumplimiento del tratamiento.

2- Mantener el contacto y la comunicación con el entorno familiar próximo y los amigos íntimos.

3- Mantener el contacto con los recursos sanitarios y sociales ante cualquier situación de agravamiento.

Otros recursos disponibles

Castilla también considera beneficioso que las personas con depresión o ansiedad que viven solas “intenten incrementar los contactos con más personas del edificio”, eso sí, siempre por “vía online o telefónica”, con el fin de “poder expresar lo que están viviendo”.

Además, apunta que hay “profesionales de la psicología en redes sociales que ayudan desinteresadamente y hay plataformas de colegios profesionales de distintas provincias creadas con el fin de ayudar en estos momentos” y minimizar el impacto psicológico negativo de esta situación.

“Más de 1.500 colegiados y colegiadas se han inscrito para participar en los diferentes dispositivos que está organizando el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid”, según han confirmado desde la institución.

Evitar el exceso de información

Entre las recomendaciones generales para afrontar el miedo y la tristeza de estos días, como mantener la calma y recurrir a técnicas de relajación y meditación, hay una que la psiquiatra de la SEP dirige especialmente a las personas con ansiedad o depresión: “Evitar el exceso de información; no es necesario estar constantemente mirando las noticias”. Para esas personas, asomarse a la actualidad una vez al día puede ser suficiente.

En este sentido, tal y como señala la SEP en sus recomendaciones para afrontar el distanciamiento social, la cuarentena y el aislamiento, es conveniente mantener operativa la capacidad de enviar correos electrónicos, telefonía móvil y otras nuevas tecnologías que permitan la comunicación, pero sin pasarse. “Tampoco abuse de ellos e intente leer sobre aspectos no relacionados con este tema”, apostillan desde la sociedad científica.

Señales de alarma

La SEP resalta que las personas pueden reaccionar de muy diversas maneras ante situaciones estresantes como la actual y advierte de la conveniencia de llamar a su centro de salud para valorar si precisan atención especializada a aquellas personas que hayan experimentado durante más de 15 días reacciones de ansiedad, preocupación o miedo en relación a alguna de las siguientes circunstancias:

  • Tu propio estado de salud.
  • El estado de salud de otros a los que hayas podido contagiar.
  • La preocupación de que tus familiares y amigos tengan que hacer cuarentena como consecuencia de haber estado en contacto contigo.
  • La experiencia de estar en auto-observación u observado por otros por síntomas y signos de haber contraído la infección.
  • La percepción de que estás restando tiempo a tu trabajo por este proceso, con la consecuente pérdida de ingresos y de seguridad.
  • La necesidad de tener que prever el abastecimiento de alimentos y cuidados médicos.
  • La exigencia de atender a tus menores y familiares a cargo.
  • La incertidumbre o frustración sobre cuánto tiempo durará esta esta situación.
  • La soledad asociada con el sentimiento de haber sido excluido del mundo y de tus seres queridos.
  • Malestar o rabia al pensar que has sido contagiado por la negligencia de otros.
  • La preocupación de ser posible vector y contagiar a otros, incluyendo a personas cercanas.
  • El aburrimiento y frustración de no estar conectado a la rutina habitual de tu vida.
  • El mayor deseo de beber alcohol o consumir sustancias de abuso para afrontar esta situación.
  • La aparición de síntomas depresivos como desesperanza, irritabilidad, cambios en el apetito o alteraciones del sueño.

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