La depresión es un trastorno común que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y cuyas consecuencias pueden llegar a ser muy discapacitantes. Aunque se trata de un trastorno psicológico, en su base se suelen encontrar factores genéticos y provoca cambios profundos en el cerebro.
De hecho, estos cambios a nivel cerebral agudizan los síntomas de la depresión. No solo afectan la capacidad para regular las reacciones emocionales y concentrarse, sino que además se encuentran en la base de la pérdida de la memoria y la aparición de pensamientos negativos recurrentes.
La culpa podría ser de la inflamación
Una teoría para explicar la reducción de volumen que experimenta el cerebro como resultado de la depresión apunta al aumento de cortisol, que desencadena una respuesta inflamatoria en el organismo y provoca daños a nivel molecular. De hecho, el cerebro de las personas que padecen depresión mayor muestra un 30% más de inflamación que un cerebro sano.
El proceso inflamatorio está vinculado a las citoquinas, unas moléculas que son capaces de traspasar la barrera sangre-cerebro y afectar las funciones cerebrales. Las citoquinas pueden llegar a dañar las sinapsis reduciendo la disponibilidad de monoaminas, cuya disfunción se encuentra en la base del mecanismo patofisiológico de la depresión. Además, expone las células nerviosas al estrés oxidativo, causando su muerte.
¿Estos daños se pueden revertir?
La depresión tiene consecuencias graves, pero la plasticidad cerebral juega a favor de las personas que sufren este trastorno. En 1996 se descubrió la neurogénesis, el crecimiento de nuevas células nerviosas, que comienza precisamente en el hipocampo, donde se desarrollan las células madre que más tarde se dividen y forman nuevas células nerviosas especializadas en distintas funciones.
En un cerebro sano los procesos de degeneración y regeneración están equilibrados, pero en las personas que sufren demencia y depresión prevalece la degradación. Sin embargo, combatir la depresión, ya sea a través de la psicoterapia, los antidepresivos o incluso el ejercicio físico, puede revertir algunos de los daños a nivel cerebral que provoca este trastorno, estimulando el nacimiento de nuevas células nerviosas.
Fuente: muyinteresante.es