Se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, las cuales se manifiestan durante el periodo del desarrollo (es un trastorno del neurodesarrollo).
Puede deberse a múltiples causas (metabólicas, infecciosas, cromosómicas, etc.) y originarse en diferentes momentos (antes de que el bebé nazca, durante el parto o a causa de una enfermedad grave en la infancia).
Se ven afectadas las habilidades sociales y prácticas, es decir, las habilidades de la vida diaria que se necesitan para vivir, trabajar y jugar en la comunidad: la comunicación, las habilidades sociales e interpersonales, el autocuidado, la vida doméstica, el autocontrol, las habilidades académicas básicas (lectura, escritura y matemáticas básicas), el trabajo, el ocio, la salud y la seguridad. Se considera que existe una limitación en las capacidades adaptativas si existe un déficit en al menos dos de estas áreas en comparación con los niños de la misma edad y la cultura.
Hay que destacar que la discapacidad intelectual se expresa cuando una persona con limitaciones significativas interactúa con el entorno, dependiendo así tanto de la propia persona como de las barreras u obstáculos que presenta dicho entorno. Según éste sea más o menos facilitador, la discapacidad se expresará de manera diferente. Así, la discapacidad intelectual de un individuo no es una entidad fija e imposible de cambiar. Va siendo modificada por el crecimiento y desarrollo biológico del individuo y por la disponibilidad y calidad de los apoyos que recibe, en una interacción constante y permanente entre el sujeto y su ambiente.
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