Acontece en el 10-12% de los casos y se manifiesta con síntomas como tristeza, pérdida de la ilusión, desmotivación, ganas de llorar, sentimiento de vacío, cansancio, insomnio, sentimientos de culpa por no ser capaz de estar contenta tras la maternidad, y en muchos casos ansiedad.
Se han evidenciado como factores de riesgo los acontecimientos vitales estresantes recientes (durante el embarazo y posparto), los antecedentes de depresión, la vulnerabilidad genética y algunos rasgos de personalidad como el perfeccionismo (mujeres con metas elevadas e inflexibles, preocupadas por cometer equivocaciones, mucho miedo al fracaso, autocríticas y cuya autoestima depende del resultado).
Debería ser siempre detectada y tratada, por el beneficio de la diada madre-hijo. Diversos estudios han demostrado que la persistencia en el tiempo de la depresión posparto puede afectar negativamente en el desarrollo posterior del niño, habiéndose descrito los siguientes problemas:
– Retraso crecimiento y desarrollo psicomotor
– Vínculo más inseguro
– Peor funcionamiento cognitivo
– Problemas conductuales
– Trastornos psicopatológicos en el hijo: Déficit atencional y Depresión
Actuando a tiempo y aplicando el tratamiento adecuado, el pronóstico de la depresión posparto es excelente. Existen dos tipos de tratamiento que han demostrado ser eficaces y se aplican uno u otro o ambos, en función de la gravedad: La terapia psicológica de orientación cognitivo-conductual y la interpersonal, y el tratamiento farmacológico de tipo antidepresivo, escogiendo un perfil compatible con la lactancia materna; se trata de fármacos eficaces y no adictivos que inducirán la mejoría al cabo de 2-3 semanas.
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