Un estudio de la Fundación ACE con más de 2.000 personas entre 45 y 90 años constata que estos síntomas psicológicos anticipan la demencia y su progresión más rápida
Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que actualmente, y por primera vez, «la mayoría de las personas pueden esperar vivir hasta los 70 años o más». De hecho, «entre 2015 y 2050, «la proporción de población mundial con más de 60 años pasará de 900 millones hasta 2.000», insiste la entidad. Por su parte, la Fundación General CSIC anuncia que en España, en 2050, «las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población. Los octogenarios llegarán a superar la cifra de cuatro millones».
Ahora llega la mala noticia. No todos envejecemos de la misma forma y, desgraciadamente, el paso de los años lleva de la mano el riesgo de sufrir mayor deterioro cognitivo, lo que puede conducir a demencia. Existen más de 100 tipos, entre los que se incluye el alzhéimer y es importante tener en cuenta, como documenta un trabajo de ‘Neurology’ recogido por la Confederación Española de Alzheimer, que a partir «de determinada edad, un ligero despiste ya hace temer lo peor, es lo que tiene vivir en tiempos de aumento de la enfermedad, pero no toda alteración de memoria y demás procesos cognitivos significa que el temido mal está cerca, aunque sí que el riesgo es mayor».
Sin embargo, es importante tener en cuenta ciertas variables. Así, en una revisión, publicada en el ‘Journal of Internal Medicine’, se reconoce que el deterioro cognitivo leve (DCL) es una etapa de transición entre el envejecimiento cognitivamente saludable y la demencia, principalmente la enfermedad de Alzheimer (EA).
Síntomas neuropsiquiátricos y evolución de demencia
Es por ello que se ha especulado con que los síntomas neuropsiquiátricos (SPN) están relacionados con dicha conversión, como demuestra un estudio publicado en ‘JAMA’. De hecho, los SPN son muy prevalentes en la mayoría de los pacientes con demencia durante el curso de la enfermedad. En este contexto, algunos autores los han señalado como verdaderos factores específicos del riesgo de conversión a demencia, como destaca un ensayo del ‘American Journal of Geriatric Psychiatry’. Ahora, un trabajo de la Fundación ACE, entidad pionera en el diagnóstico, tratamiento e investigación de las demencias, ha identificado cuáles son los síntomas psicológicos y conductuales que anuncian un peor pronóstico de estas en las primeras etapas del deterioro cognitivo leve.
Los últimos datos
El estudio recién publicado por ‘Scientific Reports’, del grupo Nature, analiza concretamente ocho síntomas, entre los cuales cabe destacar la apatía y la irritabilidad. Según los resultados, cuando uno de estos dos síntomas aparece en el deterioro cognitivo suele coincidir con un empeoramiento y conversión a demencia más rápido en comparación con los que no los sufren o con quienes tienen otra sintomatología (ansiedad y depresión). Los datos reflejan que el 53,7% de las personas que mostraban irritabilidad (134 personas) llegó a demencia en 2,7 años, y de los que presentaban síntomas de apatía (272 personas), el 54,8% la tuvieron en 2,1 años. En cambio, en el grupo asintomático (675 personas), un 39,1% presentaron demencia en 3,6 años de media, y finalmente, en el grupo con sintomatología de ansiedad o depresión (1.056 personas), el 37,3% la sufrieron en una media de 3,3 años.
“Hasta el momento, en la fase previa a la demencia, lo que llamamos deterioro cognitivo leve, como hemos indicado previamente, se había puesto el foco de atención en la ansiedad y la depresión como síntomas con mayor capacidad predictiva de demencia. Sin embargo, gracias a este estudio hemos visto que hay otros síntomas psicológicos y conductuales que dan pistas sobre la posible aparición temprana de una demencia”, afirma Natalia Roberto, neuropsicóloga e investigadora de Fundación ACE y autora principal del artículo. “Esto puede ayudar a la comunidad médica a apoyar el diagnóstico precoz y a plantear diferentes opciones para el tratamiento, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes y de sus cuidadores”, señala la doctora Roberto.
Estudio pionero con más de 2.000 participantes
La novedad de esta investigación radica en que el seguimiento médico de cada participante comenzó cuando el deterioro cognitivo estaba en fases muy tempranas. Esto lo convierte en uno de los pocos que, en contexto clínico, evalúan estos síntomas psicológicos y conductuales en personas cuya alteración cognitiva es todavía muy leve y que siguen siendo autónomos en la vida diaria. El estudio se ha llevado a cabo gracias a la colaboración de más de 2.000 personas de entre 45 y 90 años, con una media de edad de 75 años y con deterioro cognitivo leve. Todas ellas han sido diagnosticadas en la Unidad de Diagnóstico de Fundación ACE, desde donde se les ha realizado el seguimiento médico continuado.
Detección temprana
Los autores del trabajo reconocen que «estos hallazgos pueden sugerir que la detección temprana y una clasificación adecuada de NPS podrían conducir a un mejor manejo de la progresión de las demencias. Es cierto que algunos estudios también han relacionado las características clínicas asociadas a la EA con la presencia en adultos sin diagnóstico de demencia pero sí de depresión».
E insisten: «En este sentido, se ha postulado que el tratamiento exitoso de estos síntomas relacionados con el bajo estado de ánimo podría mejorar el deterioro cognitivo, aumentando así la probabilidad de reversión del deterioro cognitivo leve a la cognición normal. Yendo más allá, algunos investigadores han propuesto investigar el tratamiento antidepresivo mantenido como medida para mejorar el rendimiento en las pruebas neuropsicológicas».
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