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¿Qué es el trastorno negativista desafiante?

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Cuando los padres comienzan a buscar problemas de conducta en Google, una frase tiende a surgir: el trastorno negativista desafiante. Es fácil ver por qué. “Las palabras ‘negativista’ y ‘desafiante’ aparecen en el vocabulario de los padres con bastante frecuencia, –dicen los expertos”.

Ya sea que su hijo tenga el trastorno negativista desafiante (ODD, por sus siglas en inglés) o no, aprender sobre el trastorno puede ser útil. Esto se debe a que las estrategias de manejo del comportamiento utilizadas en su tratamiento, son técnicas basadas en evidencia que todos los padres se beneficiarán de saber.

¿Qué es el trastorno negativista desafiante?

Es normal que los niños sean negativistas (que no quieran hacer algo) y desafiantes al menos algunas veces. De hecho, es una señal de desarrollo saludable. Entonces, ¿cuándo es cuando un niño tiene el trastorno oposicional desafiante? El diagnóstico no se debe dar, por ejemplo, a un niño que acaba de descubrir que su nueva palabra favorita es “no”.

Por lo general, el ODD es diagnosticado en niños de primaria y deja de ser diagnosticado en la adolescencia. Los niños que tienen ODD tienen un patrón bien establecido de problemas de conducta. Los síntomas incluyen:

  • Estar enojado e irritable inusualmente
  • Con frecuencia pierden la calma
  • Se molestan fácilmente
  • Discuten con figuras de autoridad
  • Negarse a seguir las reglas
  • Molestar deliberadamente a los demás
  • Culpar a otros por los errores
  • Ser vengativos

Todos los niños pueden tener estos síntomas de vez en cuando. Lo que distingue el ODD del comportamiento negativista típico es qué tan grave es y por cuánto tiempo se manifiesta. Un niño con ODD tendrá problemas de comportamiento extremo durante al menos seis meses.

Otro sello distintivo del ODD es el costo que implica para las relaciones familiares. Las frustraciones cotidianas habituales: instrucciones ignoradas, discusiones, arrebatos explosivos, se acumulan con el tiempo y estas interacciones negativas dañan la relación entre padres e hijos y refuerzan los patrones de comportamiento hostiles.

Crianza bajo fuego

“Los niños con problemas de conducta empujan a los padres hacia los extremos, Empujan a los padres a ser permisivos y empujan a los padres hasta que se vuelven hípercoercitivos con la esperanza de que más control hará que el niño escuche”.

Ninguno de estos extremos constituye una crianza ideal. Nunca es la intención del padre reforzar el mal comportamiento, y a menudo no nos damos cuenta cuando lo hacemos. Aquí hay dos escenarios comunes:

  • Le dice a su hijo que deje de jugar y se prepare para ir a la cama. Él ignora sus dos primeras solicitudes. A la tercera vez que le dice al niño que lo haga, está tan enojado que grita.
  • Le dice a su hijo que deje de jugar y se prepare para ir a la cama. Él hace una rabieta porque quiere seguir jugando. No quiere que esté tan agitado antes de ir a dormir, entonces se retira y dice que puede jugar otros diez minutos, pero luego tiene que irse a la cama.

En el primer escenario, su hijo aprende que gritar es una forma aceptable de transmitir un mensaje. Más sutilmente, él también podría estar aprendiendo que puede seguir ignorando esas primeras peticiones: cuando intensifica la situación es cuando sabe que habla en serio.

En el segundo escenario, su hijo ha aprendido que tener una rabieta puede darle algo que él quiere, por lo que será más probable que lo haga de nuevo en el futuro.

Ambos escenarios pueden predisponer a las familias para futuros conflictos y cuanto más se repiten, más se vuelven patrones familiares de comportamiento que son más difíciles de superar. Su hijo no tiene que tener ODD para que estos escenarios sucedan, pero las interacciones negativas repetidas como estas hacen que sea mucho más probable diagnosticar un trastorno del comportamiento.

Y al igual que los padres no son necesariamente los culpables, tampoco lo son los niños, dicen los profesionales. “Sin un esfuerzo consciente del niño, a través de cientos de ensayos él aprende que esta es una forma de seguir obteniendo lo que quiere”.

Esto también explica por qué los niños con ODD pueden comportarse peor en casa. Señalan: “Es probable que los niños con ODD sean más negativistas con las personas que conocen bien, en parte porque las vías de comunicación están muy desgastadas. Mientras que en un lugar como la escuela, donde por lo general el niño tiene menos control sobre su entorno, los tipos de comportamientos que son comunes al ODD pueden no darles los resultados esperados”.

TDAH y otros factores de riesgo

Hay una superposición muy alta en los niños que tienen trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH a los que también se les diagnostica ODD. Dependiendo del estudio, la superposición podría ser del 30 al 50 por ciento de los niños con TDAH (ADHD, por sus siglas en inglés) que también tienen ODD.

Los expertos explican la conexión de esta manera: “Los niños con TDAH están cargados biológicamente para distraerse, ser impulsivos, tener dificultades para permanecer en un lugar por un tiempo. Entonces, los niños con TDAH comienzan a hacer cosas que los padres perciben como fuera de los límites. Y luego, cuando esos niños reciben comentarios negativos, comienzan a estar aún más orientados negativamente hacia los adultos”. Estos patrones repetidos de interacciones negativas pueden conducir al desarrollo de ODD.

Pero otra vía para desarrollar ODD tiene que ver más con el temperamento del niño y puede ser evidente desde el principio. Los niños que tuvieron muchas dificultades para calmarse cuando eran pequeños y continúan luchando con una capacidad apropiada para su edad de controlar sus emociones frente a la decepción o la frustración a veces pueden desarrollar ODD. Los adultos en su entorno podrían estar más inclinados a adaptarse a sus demandas para mantener el funcionamiento de la familia lo más armoniosamente posible.

Los niños que han experimentado mucho estrés y trauma en su vida también son más propensos a desarrollar ODD.

Por qué el tratamiento es importante

Es importante recibir tratamiento para mejorar la relación de padre e hijo, la cual es crucial para la salud y la felicidad de toda la familia. También es importante para el futuro de su hijo. Algunos niños superarán el ODD conforme crecen, pero otros continuarán teniendo problemas de conducta, lo que podría resultar en el rechazo de los compañeros y la dificultad para formar relaciones sanas, sin mencionar la continua discordia familiar.

También serán menos propensos a alcanzar su potencial. Si algo no sale como quieren, pueden pensar que es culpa de cualquiera, excepto de ellos. Dicen que pueden “retirarse a los lugares donde saben que pueden obtener lo que quieren”. Eso podría significar que ellos intentan incluso menos, presionan aún más a las personas que están más cerca de ellos, aquellas que son las que realmente les importan más, lo que provoca relaciones aún más deterioradas”.

Un pequeño porcentaje de niños con ODD continúa desarrollando algo llamado trastorno de conducta, que es un trastorno de conducta más grave que incluye actos delictivos como robar, incendiar y herir a personas. Recibir tratamiento temprano mejora la trayectoria del niño.

¿Cómo luce el tratamiento para ODD?

Los padres juegan un papel clave en el tratamiento del trastorno negativista desafiante. Esto podría ser sorprendente, ya que los niños son los que reciben el diagnóstico, pero en ODD la relación padre-hijo debe ser reparada, lo que significa que ambas partes deben hacer cambios para volver a la normalidad.

Todos los programas tienen ciertos objetivos en común, como ayudar a los padres a encontrar el término medio entre ser demasiado autoritarios y demasiado permisivos. Un terapeuta conductual ayuda a los padres a aprender cómo entrenar el comportamiento de sus hijos al establecer expectativas claras, elogiando a los niños cuando cumplen y empleando consecuencias efectivas cuando no lo hacen. Los padres también aprenden a usar estas estrategias consistentemente, una de las razones por las cuales las estrategias de manejo del comportamiento a veces no funcionan es porque los padres prueban técnicas diferentes y contradictorias, o no se apegan a un programa el tiempo suficiente para ver las recompensas. Los padres y los niños también aprenderán habilidades de solución de problemas en las que pueden confiar cuando se encuentren con problemas.

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